Sin nombre
Llega.
Entra a la mansión Hunter como cada año. Vacaciona con ese grupo de diez, los de siempre, los que desde la universidad decidieron dejar sus nombres reales en la puerta. No los uses aquí. Aquí solo estorban.
Memoriza: Escobar. Blink. Loopy. Yoryett. Bambola. Nemo. Kyra. Koale. Mongus. Y tú, One.
Escucha.
Deja que Escobar, la doctora y dueña de la casa, abra la boca. “Un año más me place decirles que bienvenidos nuevamente a esta bella mansión.” No reacciones. Ya lo hace Blink. “No puede ser.” Mira cómo rueda los ojos.
Ríete con Bambola cuando dice: “Ya saben cómo es ella, una vez que empieza, no hay quien la calle.” La fotógrafa tiene razón. Ríe con todos.
Deja pasar dos noches.
No pongas excusas. No busques preámbulos. Solo deja que se vayan.
Acompaña a Loopy en su frustración: “No tengo inspiración para nada.” Observa su lienzo en blanco.
Permite que Yoryett le diga algo mientras bebe su té: “Ya te llegará en alguno de los tres días faltantes, solo no te rindas.”
Ignora el tono de Nemo, maquillándose frente al espejo: “Que quiero comprarte uno de tus cuadros.”
Sigue a Kyra cuando ordena: “Que ya dejen de molestarla y denle su espacio.”
Despeja la sala para él.
Entra a la sala de estar. Escucha los gritos de Koale y Mongus. No los interrumpas.
“¡Te gané!” “¡Hiciste trampa!”
Ellos, ingenieros, como siempre. No cambian.
Quédate en silencio.
Piensa tu cuento.
Diseña la historia.
Haz que pasen los días como si nada. Paz. Felicidad. Una promesa más para el año siguiente.
Pero ahora,
Mira al comisario a los ojos.
Respóndele con calma cuando te diga:
“¿Hasta cuándo seguirás contando la misma falsa historia, One?”
Devuélvele la sonrisa. Mantén las manos esposadas.
“Según usted, ¿qué cosas son falsas, mi querido comisario?”
Prepárate para el desfile:
“El disparo a Escobar, apenas abrió la boca. El cable desde la segunda planta para Blink. La sierra para Loopy y Yoryett, partidas en dos. El veneno que usaste con Kyra. No seguiré. Las demás no merecen ser arrastradas por la mugre de tus actos.”
Escucha sin pestañear.
“Bueno, gracias por ese cumplido.”
Aguanta el pinchazo en el brazo.
Mira al Dr. Morte cuando pregunte:
“¿Cuáles serán tus últimas palabras?”
Respóndele como sabes.
Con una sonrisa.
Con la frase final.
“Che disastro.”
Y deja que el líquido haga el resto.
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