Ahogándose en las profundidades del silencio
Es un día soleado y julio-salvador se
despierta triste y melancólico. Se siente desconectado de todo, por lo que
decide salir de casa y recorrer las calles de su ciudad costera.
Ansioso y desesperado,
Julio abre la puerta de la casa familiar y se adentra en las calles de su amada
ciudad sin tener en su mente una destinación en particular. Solo quiere caminar
un poco, para ver si puede superar esos sentimientos de ansiedad e
insatisfacción que últimamente pesan como una piedra sobre su pecho.
Apretando la mochila
contra su pecho, junto con su cuaderno de poesía personal, busca refugio en las
palabras en medio del caos incomprensible del día. Este cuaderno, con su
cubierta desgastada y sus páginas amarillentas, es un tesoro que le regaló su
padre y que conserva como recuerdo de tiempos más felices.
Suele en esta época del año hace mucho
calor. Las calles empedradas de su bella ciudad humean bajo el sol abrasador.
Julio-Salvador observa a la gente que le rodea. Ve la tristeza que marca los
rostros, especialmente de aquellos que parecen claramente infelices. Algunos
niños juegan inocentemente en la calle, ajenos a la tensión en el aire. Julio
los mira y una punzada de nostalgia le atraviesa el corazón. Recuerda su propia
infancia, jugando en la calle y riendo despreocupadamente con su querido padre
y el resto de la familia, especialmente en verano, cuando van de vacaciones al
chalet en lo alto de la montaña.
Mientras julio-salvador camina con
la mirada perdida y la cabeza cansada de tantos recuerdos de esa felicidad
perdida, suspira y recuerda la sonrisa de su madre y su dulce voz cantando
antiguas canciones de cuna. Cierra los ojos por un momento y la imagen se
desvanece, reemplazada por el rostro de su padre y su mirada perdida en la oscuridad
de la prisión. La imagen de su padre es tan fuerte que se ha convertido en un
recuerdo doloroso, una herida que nunca cicatriza.
Julio-salvador ahogado profundamente
en su pensamiento, llega frente a un banco bajo un árbol que extiende sus
largas ramas a lo largo de la calle, como un alma que abriera sus brazos para
abrazar a alguien. Busca la sombra del árbol y se sienta sobre el banco que se
encuentra por allí. De nuevo abre su cuaderno de poemas, buscando refugio en
las palabras de su propia memoria.
"Mi corazón está
cansado de amar, mi alma está sedienta de paz."
Lee los versos en
silencio, sintiendo cómo resuenan en su interior. Cierra los ojos de nuevo y
recuerda el día en que su padre fue arrestado. Un grupo de hombres armados irrumpió
en su casa, llevándose a su padre sin explicaciones. Julio-salvador nunca podía olvidar a la
imagen de su madre llorando en silencio, sus manos temblando mientras abrazaba
a julio-salvador y a sus hermanos. La imagen de su madre, vulnerable y asustada,
lo persigue en sus pesadillas. Desde entonces, la vida ha cambiado para ellos.
La alegría se ha marchado, reemplazada por el miedo y la incertidumbre. Julio
se siente como un extraño en su propia ciudad, un fantasma que vaga sin rumbo
fijo. La ciudad, antes un lugar lleno de vida y oportunidades, se ha convertido
en un laberinto de sombras y secretos.
Julio-salvador camina sin rumbo fijo.
Llega a un parque y busca un banco a la sombra de un árbol. Se sienta, abriendo
de nuevo el libro de poemas.
"He perdido mi
camino, no sé dónde estoy."
Las palabras de su propio
poema resuenan en su corazón, reflejando su propia confusión y desesperación.
Mira a su alrededor, observando a la gente que lo rodea. Todos parecen tener un
destino, una meta. Él, en cambio, se siente perdido, sin saber qué hacer con su
vida. La falta de su padre, su guía y apoyo, lo deja a la deriva, sin un faro
que ilumine su camino.
De pronto, otro recuerdo
lo golpea como un latigazo. La imagen de su padre, con sus ojos llenos de tristeza
y resignación. Julio se levanta de un salto, su cuaderno de poemas cae al
suelo.
"No puedo seguir
así", se dice a sí mismo. "Tengo que hacer algo."
Julio-salvador camina sin por las
calles de su ciudad, mientras su corazón late con fuerza. No sabe qué hacer,
pero siente que no puede seguir viviendo en silencio y sin hacer nada para
ayudar a su padre. La injusticia que ha sufrido su familia lo carcome por
dentro, la necesidad de hacer algo, de luchar por un futuro mejor, lo impulsa a
actuar.
Mientras muchas ideas se agolpan en su
cabeza, Julio decide ir a casa de su mejor amigo, Andrés, quien vive la misma
situación dolorosa.
Los pasos de
julio-salvador se aceleran. Finalmente, llega al barrio tranquilo donde vive
Andrés. Sin embargo, al llegar frente a la puerta de la casa de su amigo, se
queda paralizado. Tiene miedo de pedir ayuda. La gente no habla de estas cosas,
no se comunican sus pensamientos, por el terror a lo que puede ocurrir.
La gente vive con el miedo constante
de todo. Han inventado un proverbio que se ha hecho muy popular: "Los
muros tienen oídos". El terror es tal que la gente no confía ni siquiera
en hablar entre las paredes de sus propias casas.
Julio se siente ridículo
por comportarse de esta manera, aunque tiene mucha confianza en su viejo amigo.
Finalmente, su mano toca el timbre de la casa de Andrés, y una voz femenina
responde.
Señora Lucero: - Hola,
Julio, mucho tiempo sin verte. ¿Dónde te has escondido?
Julio, tímido como
siempre, responde: - Buenos días, señora Lucero. ¿Cómo está? ¿Está Andrés por
aquí?
Señora Lucero: - Sí, acaba
de llegar. ¡Entra!
La señora Lucero echa un
vistazo fuera de la casa antes de cerrar la puerta. Luego, llama a Andrés. Se
oyen los pasos de Andrés bajando desde el piso de arriba. Andrés entra al salón
con una gran sonrisa.
Andrés: - Hola, Julio,
cuánto tiempo. ¿Cómo te va?
Julio-salvador, con su voz
melancólica, responde: - Bien, bien. Gracias.
Andrés: - Hombre, ¿qué te
pasa? ¡Pareces muy triste hoy!
Julio-salvador: - Ya lo
sabes, ¿no? Estamos en la misma barca.
Andrés: - Sí, querido
amigo. ¿Qué vamos a hacer? Es algo que nos ha tocado vivir. ¿Alguna noticia de
tu padre?
Julio-salvador: - Del mío,
nada. Desde el día en que se lo llevaron de casa. ¿Y del tuyo?
Andrés: - Igual. ¡Ya sabes
cómo funcionan las cosas!
Julio-salvador: - Pues
justamente, vengo para hablar contigo. Quiero saber si podemos cambiar las
cosas.
Andrés lo mira con
atención.
Andrés: - ¿Qué quieres
decir?
Julio-salvador: - Pues
mira, ya sé que conoces gente que puede ayudar a salir del país. Recuerdo que
una vez me dijiste que conocías personas que podían ayudar a algunos vecinos
que han sufrido la represión del régimen.
Julio-salvador se acerca a Andrés,
intentando que nadie escuche lo que está diciendo, a pesar de que están en el
salón de la casa y la puerta está cerrada. Con el corazón palpitando con
fuerza, julio-salvador sigue hablando: - Sé que estoy arriesgando mi vida, pero
me siento que no puedo seguir viviendo en silencio.
Andrés: - ¿Qué puedo hacer
para ayudarte? -pregunta, con su voz temblando ligeramente.
Señora Lucero entra al
salón y escucha lo que Julio está diciendo.
Señora Lucero: - ¿Estás
seguro de lo que haces? -pregunta, con rostro marcado por el tiempo y la
experiencia del terror.
Julio-salvador: - Sí
-responde con firmeza-. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. Tengo que
salir del país para ayudar a mi padre, y también ayudar a personas en la misma
situación, como su marido, el señor Lucero.
Andrés: - Está bien. Te
diremos lo que puedes hacer.
Julio-salvador: - ¿Qué?
Andrés: - Esta gente no
ayuda por dinero, sino por acciones. Yo te ayudo a resolver tu problema a mi
manera, y tú me ayudas con lo que puedas hacer por nosotros a cambio.
Julio-salvador: - De
acuerdo, ¿pero cómo?
Andrés: - Ven mañana sobre
el mediodía, entonces te diré cómo vamos a hacerlo.
Al día siguiente, Julio llega a la
casa de Andrés. Andrés sale de la casa, mirando a su alrededor, y con cuidado,
observa todo. Luego, va con julio-salvador hasta la casa del vecino. Tocan a la
puerta y entran. Así, julio-salvador se une a la red de resistencia silenciosa.
Comienza distribuyendo información prohibida, ayudando a personas perseguidas y
participando en pequeñas acciones. Poco a poco, Julio se gana la confianza de
los vecinos. Su valentía y su compromiso con la causa lo convierten en un
miembro valioso del grupo.
Un día, los vecinos le informan a
julio-salvador de que tienen un plan para ayudar a escapar a personas que están
en peligro. Le piden que se encargue de coordinar la operación. Julio-salvador
acepta, consciente del riesgo que corre, pero finalmente va a descubrir la
manera en la cual él mismo va a escapar con ella del país. Sabe que si lo
descubren, lo encarcelarán y lo torturarán. Pero está decidido a hacer todo lo
posible para ayudar a su padre y a sus compatriotas.
La operación es un éxito. Varias
personas logran escapar del país gracias a la ayuda de julio-salvador y los
vecinos. Pero la alegría dura poco. Al día siguiente, Julio se entera de que el
régimen ha descubierto la red de resistencia. Varios vecinos han sido
arrestados y encarcelados. Julio-Salvador sabe que está en peligro y tiene que
huir ahora o nunca.
Con la ayuda de familiares y amigos de
confianza, julio-salvador consigue un pasaporte falso y un billete de avión
para un país vecino. Se despide de su madre y de sus hermanos, prometiéndoles
que volverá para liberarlos. Con el corazón lleno de tristeza y esperanza,
Julio abandona su país.
Una vez en el extranjero,
julio-salvador se pone en contacto con organizaciones internacionales que
trabajan en la defensa de los derechos humanos y la ayuda a víctimas de regímenes
opresivos. En una oficina de Amnistía Internacional, les explica la
situación de su padre y de otros prisioneros políticos en su país y les pide
que presionen al régimen del dictador para que los libere.
Amnistía Internacional se
compromete a ayudar a julio-salvador y a utilizar todos los medios a su alcance
para conseguir la liberación de su padre.
Después de meses de angustia y espera,
Julio recibe la noticia de que su padre ha sido liberado. La alegría y la
emoción lo embargan. El padre de julio-salvador regresa a su casa para reunirse
con su familia. Sin embargo, la alegría dura poco. Debido a las secuelas de la
tortura y el maltrato sufrido en prisión, el padre de julio-salvador fallece
poco tiempo después.
Este es un momento de gran dolor y
tristeza para julio-salvador y su familia. Julio-Salvador recibe la noticia de
la muerte de su padre y el dolor lo invade. A pesar del dolor por la pérdida de
su padre, julio-salvador decide recuperar lo que fue prohibido y atrapar lo que
ha perdido durante los años de su lucha por la justicia, y así seguir adelante
con su vida en el extranjero. Julio-Salvador se enfoca en sus estudios y logra
alcanzar sus metas profesionales.
Años después, y después de una lucha
heroica, el pueblo de su país se levanta contra la dictadura y logra
derrocarla. La noticia llega a oídos de julio-salvador y la emoción lo invade.
Después de años de exilio, finalmente puede regresar a su país.
Empaca sus maletas y se
despide de sus amigos y colegas. Con el corazón lleno de esperanza, toma un
avión rumbo a su querida ciudad. Al llegar a su ciudad natal, todo ha cambiado.
Las calles están destruidas, la gente está triste y desesperanzada. Pero
julio-salvador no se rinde. Se une a los valientes ciudadanos que luchan por
reconstruir el país junto. Trabaja incansablemente para crear un futuro mejor
para su pueblo.
Y así, julio-salvador se
convierte en un símbolo de la lucha del pueblo por la libertad y la justicia.
El eco de su voz resuena en las calles, un grito de esperanza en medio de la
oscuridad, para que la lucha continúe, y la esperanza permanece.
FIN
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