domingo, 26 de enero de 2025

-Relato 2 de Vicente Ibarra

 

IN THE SOUTHERN FACTORY.

 

“A” y “B” son enanos de navidad que se encuentran trabajando en la nueva fábrica de Santa ubicada en el polo sur. “A” en sus descansos lee “El capital” de Karl Marx debido a que ese libro ha sido pedido como regalo desde el hemisferio sur. La lectura que realiza supone para “A” una situación desconcertante, hoy sin más en su jornada de trabajo empieza a plantearse su lugar en la empresa y su proyección a futuro. En ese contexto busca en su compañero de turno –“B”- conversar sobre sus nuevas inquietudes, pese a que no sabe muy bien qué esperar.

 

Los enanos de navidad suelen ser reservados -piensa A-, pero no puede dejar pasar la oportunidad de conversar sus inquietudes, entendiendo sus circunstancias. Entonces decidido le comenta a “B”:

 

-       Bien, pensemos, somos dos enanos, de navidad, que construyen los juguetes para…

 

“A” nota que su compañero se toma un momento para decidir contestar, y es normal, los enanos son reservados.

 

-       Para navidad -contesta “B” tras unos instantes.

-        Para navidad, exacto. Y estamos cansados, pero es que no es porque trabajemos sólo una vez al año, ¿tú te imaginas cuánto tiempo nos tomaría hacer todos esos regalos?, leer todos esos pedidos, anotar los nombres, corregir la ortografía.

-        La ortografía es importante.

-        ¿Cuánto tiempo nos tomaría fabricar todos esos regalos?

-       No lo sé.

-       ¿Cuánto tiempo nos tomaría repartir esos regalos?

-       Depende.

-       Claro.

-       Primero recibimos las cartas.

-       Sí.

-       Las organizamos.

-        Sí.

-        Aunque teóricamente…

 

“A” interrumpe. -Sé lo que vas a decir- le comenta a su compañero.

 

-        ¿Sí? - Contesta B.

 

“A” sospecha que en realidad no le esté entendiendo su compañero, y es normal, los enanos son reservados y algo desconfiados, pero debido a que muy pocas veces tienen la chance de interactuar.

 

-        Creo, lo intuyo – se justifica “A”.

-        Teóricamente debemos tardar en repartirlos sólo una noche, dependiendo de dónde vaya el sol.

-        ¡El hemisferio!

-        Claro.

-        Sí.

-        ¿Eso pensaste que diría?

-        Más o menos.

-        ¿Cómo?

-        Pensé que dirías algo así como: el hombre se ve afectado por el tiempo que le toma de su vida el trabajo.

-        ¿Un hombre?

-        O una mujer, un perro, una nube, como te sientas identificado.

-        Somos enanos. Enanos de trabajo.

-        No.

-        ¿No?

-        Bien, sí. Enanos de navidad.

-       Claro.

 

“A” comienza a sentir que por fin conectaba con su compañero en una complicidad más elaborada. Pese a no estar seguro de aquello decide continuar con su interacción.

 

-       Pero me refiero a que pensé que te referirías a algo más profundo.

-       Ser enanos que deban trabajar a toda máquina en la distribución de regalos en una noche sí me parece profundo, al menos hilarante, o un poco…/

-       O dos noches,

-       ¿Qué?

-       Dos noches, dependiendo del hemisferio.

-       Claro.

-       Y el coste de producción, de distribución, los componentes, la logística, la pintura, el papel.

-       Claro.

-       Claro, ¿qué?

-       Claro, más bien, es para participar de tu discurso, ósea, afirmo algo sin afirmar nada, pero es para darle continuidad a tu dialéctica. De eso vamos, ¿no?

-       Claro.

-       Claro, ¿qué?

-       Que aparte de pensar en lo de ser enanos, enanos de navidad, también hay que ver esos factores internos que están dentro de nuestro trabajo. He dicho trabajo.

-       Sí.

-       Pero no es un trabajo.

-       Claro.

-       Claro, ¿qué?

-       No es un trabajo.

-       Exacto, es como tú dices.

-       Claro.

-       No es un trabajo.

-       No es un trabajo.

-        Claro, es como tú dices.

-       No tenemos seguridad social.

-       No estamos inscritos bajo ningún parámetro de protección civil en el polo sur, y respecto a la precariedad en la que estamos inmersos nada nos protege.

-       Polo norte.

-       No, no.

-       ¿Cómo no?

-        No.

-       “No” de queja, de “no, no” (se queja), ¿o “no” de, “no” de negación?

-       De negación.

-       ¿De qué?

-       Que no es el polo norte.

-       Ya.

-        Nos mudamos, bueno, a nosotros nos mudaron.

-        Claro.

-        Lo del polo norte es una mentira.

-        Sí, sí…

-        ¿"Sí”, de afirmación de que es una mentira?

-        De que nos mudaron.

-        Exacto, es como tú dices.

-        Por eso nunca han encontrado ninguna de nuestras fábricas u oficinas en el polo norte.

-        Estamos en el sur.

-        Claro.

-        Aquí es mucho más fácil evadir impuestos, y evadir mecanismos legales de, de eso.

-        En el polo sur es donde es más factible la explotación.

-        En este hemisferio.

-        En este hemisferio.

Al decir sus últimas frases suenan las sirenas de la fábrica, deben volver al trabajo, pero esta vez y por primera vez “A” lo percibe como una imposición y no como una obligación.

Pintar, envolver, organizar. Los enanos se ponen bien su overol y su gorra de trabajo. Suena alguna canción trillada de navidad en sus cabezas, mientras trabajan, pero “A” esta vez no puede contener sus ansias de tener su siguiente descanso de jornada para poder seguir charlando con su compañero, a quien por fin no percibe como desconocido. Ambos ya no pueden serlo.

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