Zakareya Kojalli
De tal nombre, tal hombre
Mi abuelo solía repetir constantemente esta expresión para decir que ciertos nombres reflejan muy bien el carácter de las personas que los llevan. La decía siempre, especialmente cuando oía nombres específicos, como los nombres bíblicos, cuyo significado está relacionado con el nombre de Dios. A él le gustaba conversar con personas que llevaban este tipo de nombres y, con curiosidad, trataba de descubrir si el significado de sus nombres se reflejaba en sus acciones. Muy a menudo, al final de esas conversaciones, terminaba muy decepcionado o muy feliz, porque podía entonces expresar su famosa declaración: "De tal nombre, tal hombre."
Además, mi abuelo solía usar esta expresión con más frecuencia cuando el nombre de alguien coincidía de manera perfecta con su apariencia física. Como yo pasaba mucho tiempo con él, especialmente durante los veranos en su chalet en las montañas, mi mente quedó profundamente marcada por muchos de sus hábitos y expresiones lingüísticas. Por ejemplo, si hoy me encuentro con una chica que me dice que su nombre es Rosa, de inmediato siento como si fuera un perro de caza y comienzo a buscar una conexión entre su nombre y su apariencia. Ah, es una chica de piel blanca, con una cara tan bonita, sus mejillas suavemente sonrosadas, lo que crea un fuerte contraste con el color de su piel. Probablemente no diría en voz alta la famosa expresión de mi abuelo, pero seguro que la pienso en silencio en mi mente. Sin embargo, si además de todo eso, la chica parece tan limpia y huele tan bien, ya no estaría tan seguro de que esa famosa expresión de mi abuelo no se escapara de mis labios, para que luego cayera en sus oídos como una bomba. Y no solamente eso, creo que incluso podría sentir el impulso de llamarla con un nombre relacionado con el significado de una rosa. Tal vez algo loco, como "Rosario Flores de la Rosaleda-Paraíso". Es que el nombre encaja tan bien con su apariencia que ya no sabría si alguien podría llamarla por otro nombre que no fuera Rosa o Flor.
2
Bueno, pues en el caso de Rosa, como ya hemos visto, el nombre se ajustó muy bien a su apariencia, hasta que yo me di a mí mismo la libertad de darle un nombre y apellido, todos relacionados con el significado de la rosa. Pero en muchos otros casos, el nombre y la persona no siempre quedan tan armoniosamente relacionados. Lo que quiero decir es que, a veces, cuando escucho el nombre de alguien y la única información que tengo de esa persona es su nombre y su apariencia física, me quedo con la boca abierta.
Claro que es una forma de hablar, no es que literalmente me quede con la boca abierta ni que se me salgan los ojos, pero seguramente mi cara cambiaría de color, me pondría roja, y mis ojos tal vez irían a la derecha o a la izquierda, o bajaría la vista y miraría al suelo, tratando al menos de no mirar a los ojos de esa persona que acaba de decirme que su nombre es Manuel Delgado y que apenas es capaz de mantenerse de pie por ser tan gordo.
Así como desde siempre tengo este hábito, tan pronto como escucho el nombre de una persona, casi de manera inconsciente, me veo obligado a comparar el significado de su nombre con su apariencia física, que a veces contrasta marcadamente con el significado de ese nombre, lo cual genera confusión. A veces me pregunto, ¿por qué será que casi siempre me veo obligado a hacer esta comparación entre el significado de un nombre y el estado físico o espiritual de la persona que lo lleva?
Seguramente no es porque me guste burlarme de esa persona, sino porque inmediatamente recuerdo el famoso dicho de mi abuelo: "De tal nombre, tal hombre", que quedó marcado en mi memoria desde que era un niño. Por eso, creo que siempre me veo obligado a hacer esta comparación entre la persona y su nombre, especialmente cuando el nombre de esa persona tiene un significado especial o diferente.
Después de todo lo que he dicho, estoy seguro de que alguien puede tener la curiosidad y preguntarme: ¿Y tú, qué nombre tienes? ¿Tu nombre encaja bien con tu carácter? Yo creo que estas son preguntas muy legítimas, y que de cierta forma tengo que responderlas, y así demostrarles si verdaderamente me conformo al dicho de mi abuelo: "De tal nombre, tal hombre."
3
Pues déjenme contarles mi historia personal con el nombre que llevo, el que fue la misma persona que marcó mi memoria con su famoso dicho: “De tal nombre, tal hombre”, quien pudo convencer a mis padres de dármelo. Pues sí, ¡lo adivinaron! Es mi querido abuelo, quien convenció a mis padres de darme el nombre de Zacarías. Pero antes de hablar de eso, primero permítanme orar por el alma de mi amable y alegre abuelo, a quien amé mucho cuando estaba vivo, y sin duda lo amaré para siempre, debido al impacto que dejó en mi educación y toda la influencia que tuvo en mi pensamiento, con su mente iluminada, propia de un verdadero sabio. Sin olvidar lo que me dejó como un ídolo y ejemplo a seguir, así como por su personalidad equilibrada que reflejaba su naturaleza solidaria y su nobleza como un ser generoso.
De hecho, él fue también un hombre que reflejaba perfectamente el significado de su nombre, Clemente. Aparte de haber sido tan amado por todas las personas cercanas a él, también fue una persona muy bondadosa, tolerante y siempre bien misericordiosa en su trato con la gente. Una vez más, que Dios tenga misericordia del alma de mi querido abuelo y le conceda el lugar que merece en el Paraíso.
Zakareya es lo mismo que Zacarías en español, pero como es de origen hebreo, debe ser pronunciado y escrito de la manera mencionada. En todo caso, si mis padres aceptaron darme este nombre, evidentemente eso fue porque mi madre era muy religiosa, y mi abuelo no tuvo que esforzarse mucho con ella para convencerla, ya que al escuchar el significado de este nombre, se quedó muy enamorada de ello, y inmediatamente lo había aceptado. En lo que concierne a mi padre, él, como no era nada religioso y no le importaba si mi nombre era pagano o bíblico, también lo aceptó por respeto a su padre, que está respetado por el resto de la familia así como por todo el mundo que lo conocía.
En fin, que Dios perdone a mis padres, y que sea muy misericordioso con sus almas, ya que desde hace pocos años, ellos también se unieron a mi querido abuelo en su eterno paraíso.
Perdonad, es que siempre salgo del tema para abordar otras ideas que me pasan por la cabeza, pues lo siento, pero dejadme volver para hablar del nombre de Zakareya, que está compuesto por dos palabras. La primera es Zakar, que significa "recordar" en hebreo, y la
4
segunda es Ya, que es el nombre de Dios. Así que muy sencillamente, mi nombre quiere decir "Dios se recordó".
No obstante, me voy a tomar unos segundos para explicarles de qué manera se forman este tipo de nombres compuestos en la lengua hebrea. Según la gramática de esta antigua lengua, cuando el nombre de Dios forma parte de un nombre compuesto, si el nombre de Dios se coloca al final del nombre, se pronuncia como Ya y luego se añade la otra parte del nombre para formarlo. Y si se coloca el nombre de Dios al principio, se pronuncia como Yu y luego se añade la otra parte del nombre compuesto, como es el caso con la formación del nombre Yuseph o Joseph, el cual, según las explicaciones de mi abuelo, significa: "Dios da", o precisamente eso, "El regalo de Dios".
En fin, como mencioné antes, el nombre de Zakareya lleva en él la cualidad de recordación. Así que, vamos a ver si yo soy una persona que recuerda mucho y que vivo en las profundidades del pasado más que en el recién presente, para que quizás yo mismo puedo comprender, porque yo me quedo siempre confuso, en el momento de hablar del futuro!
Bueno, pues la mejor manera de saberlo, es que yo voy a hablar, y os dejo la tarea de descubrirlo, y así que al final ustedes me dirán que si mi nombre verdaderamente se refleja en mi carácter y en mis hechos.
Para comenzar, y aquí tengo que decirles recuerdo muy bien, y casi hasta hoy, cada vez que alguien me preguntaba que es mi nombre, y lo decía Zakareya, escuchaba exclamaciones como: Ah, es un nombre bíblico, pero ¿qué tan viejo y antiguo es, no? Es que solamente cuando os explique lo que me pasó en la vida y cuál es mi forma de ser, y algunas veces mi forma de estar, ustedes comprenderán por qué mi querido abuelo me decía siempre: "Tal nombre, tal hombre". Antes de continuar y hablar de mi nombre, debo decirles que este nombre no me gustaba mucho cuando era niño, particularmente, cuando estaba en la escuela primaria. Aunque hoy soy un hombre viejo y tengo más de sesenta años, los recuerdos de mi infancia y, sobre todo, lo que está relacionado con mi nombre, permanecen tan vivos en mi memoria que los recuerdo como si hubieran pasado ayer. La verdad es que los niños, mis compañeros de clase,
5
siempre fueron muy duros y crueles conmigo. Claro, ellos solo querían jugar y divertirse, y como niños inocentes no se daban cuenta de lo triste que me ponía cuando, a menudo, me llamaban "Kaka-Rias" o "Saca-rias" todo el tiempo. Evidentemente, ahora, como adulto, puedo comprenderlo como una desagradable broma, pero cuando era niño no sabía cómo reaccionar. Simplemente, para mí, eso fue un horror y de cierta manera me hizo odiar la escuela. Recuerdo cómo, a veces, regresaba a casa llorando y le preguntaba a mi madre, con mucha pena, por qué me habían dado ese nombre que hacía que mis amigos se burlaran de mí en la escuela. Mi madre siempre trataba de calmarme y explicarme que era el nombre de un profeta amado por Dios, muy sabio y piadoso. Así que, aparte de ese amargo recuerdo de mi lejana infancia, tengo otro recuerdo, pero es todo lo contrario a lo que mis compañeros de clase me hicieron sufrir. Lo recuerdo como si estuviera justo frente a mi querida madre. Esto ocurrió, probablemente, cuando tenía menos de cinco años, cuando mi madre me preguntó si la quería. Y solo Dios sabe cuánto amo a mi madre. Cada vez que recuerdo esta historia, me hace llorar. Nunca olvidé esos ojos verdes de mi madre, tan bonitos y brillando como zafiros puros, cuando escuchaba mi respuesta a su pregunta. Seguramente, ella no esperaba esa respuesta de un niño que acababa de cumplir cuatro años. Cariñosa como era, me preguntó: "Zakareya, ¿me quieres, cariño?" Y yo, con mucho entusiasmo, me puse de pie y levanté mis manos hacia el cielo para decirle: "¡Sí, madre, te quiero mucho, te quiero como amo el pájaro que canta y el gran azul del vasto cielo!" Mi madre, con sus lágrimas, me abrazó y me dio tantos besos, con un sonido entre llanto y risa. No sabía si mi madre estaba feliz o triste por mi respuesta, pero sí recuerdo que ella dijo: "Oh, mi niño, mi querido niño, ¡eres un poeta!" Y claro, yo no sabía qué significaba "poeta", y eso me asustó, dándome la impresión de que mi madre no estaba contenta con mi respuesta. Por eso me quedé callado, y no me atreví a preguntarle qué significaba "poeta". Pero, como la escuchaba contar lo que pasó con tanto orgullo a todas sus amigas y a los miembros de la familia, comprendí que la palabra "poeta" no era algo malo. Creo que ese fue uno de los recuerdos más dulces de mi infancia. También recuerdo algunos
6
momentos de mi juventud que son un poco menos orgullosos, como cuando mi madre a veces me decía que era muy caprichoso y que nunca vivía el presente. Y es cierto, yo nunca podía disfrutar del presente, pero cuando este se convertía en pasado, volvía a recordarlo con nostalgia y cariño. La impresión que me da es que siempre deseaba volver atrás en el tiempo para revivir esos momentos. Y eso, simplemente, porque en el momento en que algo me sucedía, no lo vivía conscientemente, ya que estaba demasiado preocupado por pensar y planear algo para el futuro. Cuando era joven, tenía tantas ambiciones, proyectos, deseos y sueños por realizar, y como pasaba el tiempo pensando en cómo organizarme para cumplirlos, parecía que nunca apreciaba lo que ya había logrado. Fuese un texto de poesía, un cuadro de pintura, una escultura o incluso terminar un maratón de larga distancia, siempre lo veía como algo mecánico: terminar y pasar al siguiente. Nunca me paraba, siempre corría. Y si por casualidad me detenía a descansar un poco, ya era el momento de recordar lo que había logrado, pero eso ocurría siempre un poco más tarde, nunca en el momento en que las cosas sucedían. De algún modo, los momentos más intensos y vivos de mi vida son los que viví en el pasado, porque, en esos momentos, no supe disfrutar del presente debido a mis preocupaciones. El presente, al final, quedó anestesiado. Por supuesto, me gusta la antigüedad, la historia me fascina, y por eso procuro inconscientemente siempre devolver todo al pasado. Así que, fiel a mí mismo, con tantas ideas que pasan por mi cabeza, me he desviado del tema de lo que estaba hablando, y ahora recuerdo que tenía que terminar lo que mi madre siempre me decía: que soy nada más ni menos que un verdadero caprichoso, y que cuando me dé cuenta de eso, será demasiado tarde. Tan tarde que ya el tren se habría ido, dejándome atrás, solo y perplejo, por haber pensado tanto en el próximo viaje que me olvidé de llegar a la hora justa para tomar el tren del momento. Es que después de tantos años y experiencias, creo que ya me conozco muy bien, y pienso que mi madre tenía razón. Y de alguna manera, eso confirma el dicho valioso de mi querido y justo abuelo, quien siempre me decía: "Tal nombre, tal hombre". Dios, tantas veces me lo había dicho... ¡yo qué sé! Un montón. Y por lo tanto, es cierto. Según lo que mi madre siempre me llamaba, además de "Zakareya", ella siempre me llamó, aunque sabía que no era justo y que yo era muy serio, y que me gustaba hacer las cosas con el corazón lleno.
7
Pero a pesar de todo eso, recuerdo con cariño cómo me llamaba "el juguetón". Pero, ¿qué culpa tengo yo de todo eso? ¿Por qué me dieron este nombre tan relacionado con el recuerdo, este "Zakareya" que tanto se recuerda? Como sabemos, a veces los nombres influyen en la vida y el destino de quien los lleva. Entonces, ¿por qué mi sabio abuelo no convenció a mis padres para llamarme, por ejemplo, "El Afortunado y Plácido Varón"? Quizás ese nombre habría influido en mi vida de una manera que me hubiera hecho rico y feliz, en lugar de quedarme contando mis céntimos. Yo qué sé, tal vez podrían haberme dado otro nombre, pero que tuviera algo de poder y fantasía, como "El Poderoso Mágico Faraón", y así sería un hombre de poder y magia, con mujeres corriendo detrás de mí, en lugar de quedarme solo y abandonado a mis sesenta años. ¿Por qué me dieron este nombre de "Recordón"? ¿Por qué no me llamaron de otro modo, aunque sea "El Cabrón"?